¿cuánto puede afectar, una mala decisión de los padres, la
vida de un niño? Esta es la idea con la que inicia “La soledad de los números primos”
la primera, y hasta ahora, más reconocida novela de Paolo Giordano. La novela fue publicada en 2008, en Italia, y para
2010 ya había sido traducida a más de 23 idiomas, incluido el español. Una
historia basada en una amistad que se crea a partir de la soledad de Alice y
Mattia, de su niñez con toques amargos, del pasado que no los abandona y, sobre
todo, de la distancia, entre ellos, que nunca logran superar. Es entonces
cuando nos damos cuenta de que el 11 y el 13 tienen más cosas en común que en
11 y el 12.
Paolo Giordano publicó su ópera prima cuando a penas contaba
con 26 años. De profesión es físico, pero la lectura se encuentra entre sus
grandes pasiones desde que era un niño. A modo de broma, el autor comenta que
se decidió a ser escritor cuando se dio cuenta de que no iba a poder ser una
estrella de rock. Lo cierto es que este autor italiano, nos ha regalado una de
las novelas más aclamadas, en su país y en la escena literaria, de los últimos
años.
La historia en sí misma es bastante sencilla, cotidiana
hasta más no poder. De ahí parte la magnífica sensación de empatía que nace entre
el lector y los personajes. La historia permite sentir, o más bien, evocar
sentimientos que van desde la perspectiva inocente que tiene un niño sobre lo
que hace, hasta los más catastróficos sentimientos que podemos encubar a lo
largo de la vida y que, inevitablemente, terminarán definiendo a la persona.
Este ritmo cotidiano va cargando a la novela, poco a poco, de un realismo que
para algunos puede resultar intolerable, pero para otros, para la mayoría, de
una veracidad que conduce a reconocer intervalos de la vida misma escondidos en
el relato.
‘La soledad de los números primos’ se compone, sobre todo,
de personajes inolvidables. Personajes que ya desde antes hacen parte de
nuestras vidas, y que la novela solo se encarga de delinear para que podamos reparar
y reflexionar sobre su presencia. Alguna vez un lector le preguntó a Giordano
‘¿por qué creía que ese tipo de personajes (los marginados) funcionaban tanto
en la ficción, si en la vida real nos empeñábamos en ignorarlos?’ El autor,
casi apenado, reconoció él mismo haber pasado por alto la presencia de compañeros
o conocidos que se podrían comparar con los personajes de su libro, pero que la
razón, tal vez, era que, en el fondo, todos teníamos algo de esa soledad dentro
de nosotros, todos, de alguna manera, éramos o nos sentíamos como un número
primo.
En la narración los sentimientos permanecen a la vista del
lector gracias al acceso que tiene de los pensamientos de los personajes, pero
a pesar de ello, esos sentimientos nunca se presentan de forma arrolladora. Más
bien, Paolo se encarga de bosquejarlos con la mesura y constancia del día a
día, llevándolos a su clímax en momentos de tensión y dejando que se apacigüen
lentamente, con el paso inevitable del tiempo, tal como pasa en la vida misma.
Es entonces cunado el tiempo y esa habilidad tan humana de adaptación, se
convierten en los determinantes de la vida que sigue, incluso sin un sentido
definido. Los capítulos no son largos, consecuentemente hay varios pasajes
impactantes, uno tras otro, conectados por una necesidad, creada por el
escritor, de continuar la historia, de querer saber qué pasa, de no desear
alejarse de la vida de los personajes que, a ratos, se mezcla con la personal.
Otro de los matices del libro, el que sin duda más me llama
la atención, es el uso de la música en la narración. En toda la novela a penas
se nombran 3 canciones que, sin embargo, se tornan completamente necesarias
para completar el relato. Giordano, además, ha tenido la capacidad de crear
correlatos, que complementan o, más bien, completan la historia. Canciones que
sonando en el contexto en que lo hacen, logran hacer visible unos cuantos
rasgos más de los personajes, aspectos importantes de su personalidad y de su
subconsciente, gamas que nos ayudan a completar la visión sobre los personajes
a quienes acompañamos durante el desarrollo de gran parte de su vida.
Sin duda alguna, este es un libro al que le guardo mucho
cariño, precisamente por la sencillez con la que le presenta al lector fases
tan complejas de la vida humana. Por su manera realista, y al mismo tiempo
purista de presentarnos sentimientos tan primarios como el amor, el odio, la
admiración o la necesidad de compañía; escenas tan personales que se tornan
universales; angustias tan próximas a la vida en su manera más precaria y un
inherente desarrollo de la empatía, hacen que considere a esta historia como
una de esas ‘imprescindibles’ en la vida de un lector. Espero, de corazón, que
se animen a darle una oportunidad.
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