Uno de mis géneros favoritos, en definitiva es el tango.
Hoy, les vengo a hablar de un álbum que se convirtió en uno de los más especiales y más importantes en mis oídos: Veredas de Buenos Aires. Este lo descubrí hace dos años gracias a alguien con quién hablaba vía internet. Fue realizado por Julio Cortazar, uno de los escritores mas importantes del siglo XX, Edgardo Canton, quién trabajo también junto a Borges en la realización de la banda sonora de Invasión (1969), encargado también de la música de este álbum y por otro, Juan Cedrón, el Tata, reconocido músico de tango argentino, quién canta esta vez.
Si bien, tenía conocimiento de la importancia de la música para Julio Cortazar que más de una vez afirmó y que se evidencia en sus obras literarias, no sabia ni me imaginaba que había sido parte de la realización de un álbum completo, aportando su mejor talento, la escritura, ya que la música, aunque era su pasión, no era en definitiva su fuerte.
Para empezar a hablar de este disco me gustaría recordar el texto que Cortazar le escribió a Gardel tras recibir una vitrola con algunos discos del artista, en lo que parece un encuentro no solo consigo mismo, sino también con sus tierras.
"Enseguida se comprende que a Gardel hay que escucharlo en la vitrola, con toda la distorsión, y la pérdida imaginables; su voz sale de ella como la conoció el pueblo que no podía escucharlo en persona, como salía de zaguanes y de salas en el año veinticuatro o veinticinco. Gardel-Razzano, entonces: “La cordobesa”, “El sapo y la comadreja”, “De mi tierra”. Y también su voz sola, alta y llena de quiebros, con las guitarras metálicas crepitando en el fondo de las bocinas verde y rosa: “Mi noche triste”, “La copa del olvido”, “El taita del arrabal”.
Para escucharlo hasta parece necesario el ritual previo, darle cuerda a la vitrola, ajustar la púa. El Gardel de los pickups eléctricos coincide con su gloria, con el cine, con una fama que le exigió renunciamientos y traiciones. Es más atrás, en los patios a la hora del mate, en las noches de verano, en las radios a galena o con las primeras lamparitas, que él está en su verdad, cantando los tangos que lo resumen y lo fijan en las memorias."
revista Sur nº 223 de julio/ agosto de 1953.
sabemos entonces con esto, lo importante que resulta para el escritor, Gardel como interprete y como reflejo de una sociedad y vemos a través del texto la añoranza y la remembranza del pueblo argentino contra el que alguna vez se reveló. Veredas de Buenos Aires es una constante oda a las calles de ese lugar.
Pensando en la estructura narrativa del tango, no es difícil pensar en que aquella referencia a Buenos Aires está construida a partir del sentimiento de soledad que causa el existir, del desamor, el desaliento y la melancolía, más si consideramos que para aquel entonces estaba vigente el Proceso de Reorganización Nacional en Argentina.
Cuatro de las siete canciones que contienen letra son muy dicientes frente al sentimiento de dolor y el extrañamiento. En Veredas de Buenos Aires, la canción que le da el nombre al álbum se recuerda Buenos Aires con un tono más alegre, siento que es la canción que dentro de toda esta bruma melancólica, es mas brillante por las imágenes que evoca: el dibujo de las recuelas, las cervezas, las mujeres, los amigos y el deseo de algún día poder tener esto de nuevo.
Cosa contraria a lo que sucede en la canción que cierra este trabajo Canción sin verano donde la esperanza se diluye y se ve lejos el retorno, los paisajes y los colores son mucho mas oscuros y sombríos.
"¿Dónde estará la verdad
de la luz,
dónde el verano
con su cielo azul?
Ya no hay sonrisas,
caricias de amor,
es tan de noche
para mi corazón.
Lejos, tan lejos mi claro país,
sin un verano, sin un jazmín."
vemos paisajes oscuros también en Medianoche Aquí, donde todo parece cubierto bajo el manto de la resignación y la ceguera, donde divisar la libertad tanto personal como colectiva se convierte en una tarea difícil, casi que imposible, donde ya no sabemos quiénes somo ni quién es el que está a nuestro lado.
Tu Piel Bajo la Luna y La Camarada son canciones que ya no tienen una connotación tan social, este álbum está encerrado entre dos tipos de extrañamientos, los de la tierra que ya no está y sobre el amor que ya pasó, sin embargo este ultimo se ve mucho mas cercano y menos doloroso que el dolor que se presenta por la patria.
Mi favorita en definitiva es Java, la canción numero siete de este álbum, es un dialogo con la soledad y siento que es la canción que mejor se complementa en la reciprocidad de narrativa-melodía. Los lamentos cantados son mas largos lo que los hace mas viscerales y los momentos en los que la canción se vuelve mas fuerte genera un rechazo mas contundente hacia la condición de soledad. Es perfecta, es bellisima.
Siento que este ha sido uno de los mejores tríos maravilla que han podido existir, son un complemento exquisito entre sí. La construcción de imágenes melancólicas de Cortazar, la voz dolorosa de Cedrón y la música que encapsula estos elementos realizada por Cantón, convierten este álbum en una bomba llena de dolor y belleza.
Los invito a deleitarse ante este género hermoso que parece que nunca muere y que difícilmente cambia (no sé si eso sea una ventaja o una desventaja, teniendo en cuenta que todo lo tradicional se transforma para subsistir en tiempos efímeros y de inmediatez)
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