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EL TERROR NACIDO DE LO COTIDIANO EN "CUENTOS DE AMOR DE LOCURA Y DE MUERTE" POR: HORACIO QUIROGA.



Hace unos días, en nuestra tercera edición de planeta sonoro, escuchábamos al primer país latinoamericano que tratamos en la sección: Uruguay. Hoy seguimos en ese maravilloso país que, no solo hace parte de novelas como ‘la borra del café’ o ‘la tregua’ de Benedetti, sino que también es la casa del maestro del terror latinoamericano: Horacio Quiroga.

Desde que se destacó como cuentista, por allá en 1904, la crítica lo empezó a comparar con Edgar Allan Poe, cosa que no le molestó al uruguayo, quien siempre lo consideró su más grande maestro. La verdad es que hubo malos comentarios tanto como buenos sobre su obra: hay quienes decían que se limitaba a ser una ‘copia barata’ de Poe, mientras otros, desde el inicio, le dieron el puesto que hasta hoy sigue ocupando en la narrativa de terror latinoamericana. En 1917, estando en Buenos Aires, Argentina, Quiroga publica “Cuentos de Amor de Locura y de Muerte” libro que en su primera edición contaría con 18 cuentos, aunque después el propio escritor suprimiría tres de ellos, dejando solo 15.

Los escritos que nos encontramos en “Cuentos de Amor de Locura y de Muerte” tienen una extensión, más o menos, de 6 a 10 páginas por cuento. Utiliza, más bien, un lenguaje coloquial, claro y poco adornado, y resaltan voces narrativas de todo tipo: primeras personas, narradores omniscientes, o incluso casos de curiosos narradores testigo en voces de animales. En esta complicación de cuentos podemos toparnos con varias de las particularidades que identifican a Quiroga como escritor: el terror concebido desde lo cotidiano; la creación latente de una atmosfera mortífera; la presencia de elementos asociados a la naturaleza como animales y plantas; y, sobre todo, la presencia de la muerte, que se posiciona como la característica inherente a todos los relatos del libro.  

EL AMOR

Lo encontramos varias veces, a lo largo del libro, en relatos como ‘Una estación de amor’, ‘El solitario’, ‘el almohadón de plumas’, ‘nuestro primer cigarro’ y ‘La meningitis y su sombra’, entre otros. Lo fascinante es que el autor no solo retrata el amor de pareja con precisión, sino también el sentimiento latente entre hermanos, entre padres e hijos, entre animales y dueños y otras muchas de sus formas. No siempre accede a el amor romántico, sino también a esa unión y complicidad entre individuos que, en determinadas ocasiones, termina siendo el anuncio de la tragedia.

LA LOCURA

Si tomamos la locura de forma literal, la verdad es que muy pocos de los cuentos mencionados la resaltarían. ‘El solitario’ y ‘La gallina degollada’ serían los más puntuales, sin embargo, Quiroga posee una destreza como escritor envidiable: y es que logra construir una narrativa partiendo de cosas tan cotidianas, y nos retrata, tan de cerca, situaciones del día a día, de la infancia, de las relaciones de pareja, que logra sembrar la inquietud en el lector de si no hay en nuestros actos más mundanos ciertas dosis de locura. Acciones, palabras, pensamientos que rozan una cierta privación del juicio. Lo cierto es que, si lo consideramos así, la locura está en los relatos de Quiroga mucho más de lo que a simple vista aparenta, y sumamente próxima a las conductas humanas.

LA MUERTE

Como lo dije antes, este es el elemento que aparece de manera latente el cada uno de los cuentos del libro. No lo digo solamente porque la mayoría tengan a la muerte como el tema central, como la excusa para el desarrollo del relato, o como el acontecimiento que marca la actitud de los protagonistas, sino porque de manera general la muerte hace parte de la atmósfera de las historias. La forma en que desarrolla los personajes, su actitud, lo que evocan sus palabras es la muerte, la muerte en más de un sentido. La muerte que deseamos, la muerte temida, la muerte que parece venir a pasos sumamente lentos, la muerte que nos alegra, la muerte con la que soñamos. Todas estas formas de muerte las narra Horacio de la manera más natural, porque de cierto modo, cada una de estas formas también hacen parte de la naturaleza.

Otra de las características que me gustaría destacar del libro es el papel que tiene los animales en este. El escritor no solo los humaniza, sino que también los convierte en seres sumamente racionales, incluso colocándolos por encima de la facultad lógica de los humanos. Existen relatos en los que, lo humano y lo animal intercambian su capacidad lógica, transfiriendo al humano los actos instintivos. Horacio Quiroga siempre fue un amante de la selva y de todo cuento en ella existiera y “Cuentos de amor de locura y de muerte” no es la excepción. A veces es necesaria la intervención del particular punto de vista de un animal para poder explicarle al lector lo que pasa por la cabeza del hombre, y el uruguayo explota ese recurso de manera tan natural que las historias terminan teniendo un grado de realismo del que solo la literatura puede dotarse.

La idea de haberles traído a Horacio Quiroga hoy no es que se lo lleven como el ya conocido ‘gran cuentista de terror latinoamericano’ sino, más bien, como uno de esos escritores esenciales en cualquier biblioteca. Un excelente ejemplo de la labor de un cuentista, de su compromiso con el lector y de la excelente opción que resultan ser estos relatos cortos para formar un hábito de lectura diario. También como la voz que nos confirma que el terror no solo se crea a partir de esas criaturas extrañas y monstruosas creadas por nuestra mente, sino que nace de los temores más humanos: de lo que no entendemos, de lo que desconocemos, de lo diferente, y cómo ese temor, tan inherente a la naturaleza humana, puede desarrollarse hasta convertirse en algo terrorífico.

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